Más Allá de la Guerra y la Muerte


El sol se ha escondido
tras las oscuras nubes que cubren esta tierra,
mi tierra, su tierra,
tierra de todos, tierra de nadie.
Hoy puede ser el último día  que pueda verte,
como también puede que sea
el inicio de nuestra vida juntos,
o mejor dicho,
el inicio de nuestra muerte eterna.
Vivir o morir,
no me importa, si es que al final
o te quedas conmigo,
o me marcho para siempre junto a ti.

Hoy la tierra se adornará de muerte
y los campos se teñirán de rojo.
Aquí la justicia se mide por el filo de una espada.
No somos un ejército, ni ellos tampoco.
No somos ni más buenos ni más malos que ellos.
Aquí nadie viene a demostrar una razón,
solo a combatir,
a tratar no de matar a cuantos sea posible,
sino, en lo posible,
de sobrevivir.

Aun no es mediodía,
ni aún es tiempo de definir esta batalla.
Pero es en estos momentos cuando los miedos son despertados
y el corazón late a un ritmo irregular. Respiras profundo,
pero la tensión es demasiada.
Ahora es cuando muchos pierden la cordura,
y otros tiran sus espadas y huyen de la muerte.
Nadie está preparado para perder la vida, excepto yo.
Hoy desafiare a la muerte porque sé que ella es solo una barrera.
Una puerta tras la cual tú estás esperándome.
Esta no es mi guerra.
Yo no he venido a pelear por un pueblo o una nación.
Yo he venido a este lugar para verte otra vez,
una vez más.

He perdido la cuenta de las batallas que he peleado.
He tomado la vida de tantos que todo esto me parece algo cotidiano.
Mis compañeros creen que soy inmortal,
o alguna especie de dios,
o el hijo de alguno de ellos.
mas mi secreto eres tú,
solo tú.

Cuando me uní a este bando
pensaban que era un espía.
Pero después de tantas luchas
confían más en mí que ellos mismos.
Jamás imaginarán lo que sucede,
ni el porqué de mi afán por la guerra.

Solo uno de ellos te ha visto,
pero nadie le creyó, por estar un poco desquiciado.
Además, ¿quién creerá que una mujer camina a mi lado en cada batalla?
Estoy impaciente por verte.

Pronto comenzara a llover,
como si el cielo estuviese en contra de esta contienda
y derramase gota a gota la pena de no poder impedirla.

Después de descansar por la mañana,
el difuso sol nos indica que es casi el mediodía,
así que nos ponemos en marcha.
Mientras camino, miro mi espada,
es un arma muy admirable.
Recuerdo que se la robe a un griego,
por su vestimenta, tal vez un general.
Cuando me vio hurtándola, sacó un gran cuchillo
y se lanzó contra mí, y yo por mi parte,
no pude pensar en otra cosa: tome la espada con ambas manos,
la levante, y se la deje caer diagonalmente en el cuello.
Fue el primer hombre al que asesine.
La razón, es que necesitaba una espada para defender
la tierra de mis padres, junto a otros que también debían pelear
por sus familias y sus casas.
En esa batalla,
fue la primera vez que te volví a ver,
y casi me matan de lo impactado que estaba.
Sin embargo, después de la lucha desapareciste,
y fue en la segunda contienda cuando comprendí
que vendrías cada vez que tuviese que pelear.

Miro al cielo,
para que la lluvia despierte totalmente todos mis sentidos.
Sé, que al mirar a mi lado
estarás caminando junto a mí.
Siempre es así.

Hoy puede ser el día de mi muerte.
Hoy puede que mi espada caiga vencida ante mis enemigos.
Si eso sucediera,
sería más feliz que si quedase vivo.

¡Ya estás aquí!
hoy tu rostro es más resplandeciente,
y tu mirada me infunde una calidez suprema.
Te veo sonreír,
y no comprendo bien tus gestos,
pero agradezco la fortaleza, la confianza,
y la tranquilidad que le dan a mi espíritu.
Nunca te veo venir,
simplemente, de un instante a otro,
apareces a mi lado,
con la belleza de una diosa,
brindándome compañía y fuerza
con la sonrisa de tu mirada.
Hoy puede que muera,
pero sería más feliz, si así sucediera.

Nos detenemos al llegar al campo de batalla,
pero tú sigues adelante.
miras hacia atrás y me sonríes.
No entiendo nada.
El miedo y la angustia otra vez se apoderan de mí.
No puedo moverme, ni siquiera puedo alzar la voz,
decirte que te detengas,
que vuelvas a mi lado.
Pero ya debería estar acostumbrado,
pues, siempre es igual.

Mis compañeros ya están listos.
Empuñan sus espadas como si fuera la soga
que los sostiene de caer al vacío.
Sus caras denotan el coraje de un guerrero,
pero sus corazones, a diferencia del mío, no están listos para dejar de latir.

Quisiera que en este día, mis restos
adornasen esta tierra maldita,
para descansar del sentimiento de angustia y soledad
que aprieta mi pecho cuando no te tengo.
Por eso es que he llegado a amar cada guerra,
cada lucha, cada combate,
porque de repente y sin aviso,
te veo caminando a mi lado.
Y siento que otra vez se enciende fuego en mi alma.

Te miro. Sigues alejándote.
Caminando tranquilamente,
como lo hacías en la pradera de nuestra casa.
¡Cuánto extraño aquellos días,
cuando podía abrazarte en la cama,
tomar tus manos y ponerlas en mi pecho,
decirte que cada latido de mi corazón es tuyo,
porque por ti sigue viviendo, latiendo, y con cada movimiento hace que te ame aún más, cada vez más!

Aunque esos días solo sean un recuerdo de mis ayeres,
los tomo cada vez que cierro los ojos,
y los vivo nuevamente.
Es por eso que  hoy quiero morir,
porque mis ojos no se abrirían más en esta realidad,
sino que dormiría eternamente en tu recuerdo,
soñando nuestro pasado una y otra vez,
aquel pasado en el cual era feliz,
porque tú estabas conmigo.
Pero hoy solo vienes a darme fuerza en la batalla,
a darme coraje para enfrentar a mis enemigos
y salir victorioso,
cuando en realidad lo único que quiero es morir.

Veo a mis contendores como a cien metros de distancia.
Desde aquí puedo ver que les tiemblan las piernas.
Ellos tampoco están preparados para su muerte.
Estoy seguro de que muchos de ellos ignoran
incluso la razón de por qué  han venido.
Hay ocasiones en las que uno no debe pensar, sino actuar.
Pero ¡cuántas vidas no hubiésemos perdido
si nos hubiéramos detenido a pensar un poco!
Mas ahora, solo pienso en ti,
y eres tú la razón de que yo esté aquí.

Mis  compañeros también tienen miedo.
Trato de imaginar lo que pasa ahora por sus cabezas.
¿Por qué están aquí?
¿para escribir la historia de un pueblo?
¿para pelear por la independencia de una futura nación?¿
¿para dar su vida por un  miserable pedazo de tierra?
yo por mi parte,
estoy aquí por ti,
para verte otra vez,
Tú eres mi pueblo y mi nación,
y en esta tierra se guardara mi sangre,
en pago por mi deseo.
Para tomarte de las manos
y volar hasta el cielo por la eternidad, juntos.
Hoy he venido a morir.

La tierra está húmeda,
y el olor a muerte se puede sentir hasta en la piel.
Te has quedado de pie entre los bandos.
Te miro, y desde aquí puedo ver que sigues sonriendo,
diciéndome que todo está bien.
Llevas puesto el mismo vestido que cuando partiste,
aquél, el que más me gustaba.

Hay un silencio de cementerio,
como si se hubiera anticipado a lo que dentro de poco
se convertirá todo esto.
De pronto, un grito de guerra,
seguido del nuestro, y el de aquellos
rompe en pedazos el silencio,
y nos quita el miedo mientras corremos al enfrentamiento.
Tú permaneces inmóvil,
y veo como mis enemigos pasan por tu lado
sin dañarte.
¡cómo podrían hacerte daño
si ni siquiera pueden verte!

Estoy a punto de alcanzarte,
pero ellos se interponen entre nosotros.
Mientras te miro a los ojos,
mi espada corta los vientos y hace caer a mis enemigos.
Uno, dos tres, no lo sé,
solo van cayendo heridos ante mí.
No sé a cuantos he acabado,
mi vista, únicamente se cuelga de tu sonrisa.

De repente, me das la espalda
y comienzas a caminar.
Yo no puedo dejar que te alejes de mí otra vez... te sigo.
Dos de ellos también sucumben ante el filo de mi arma.
Tres más quedan en mi camino,
en mi intento por alcanzarte.
Te grito que regreses,
pero al parecer no me escuchas.
Te imploro que vuelvas,
pero no hay respuesta para mí.

Uno más de ellos cae ante mis pies.
No veo sus rostros.
No me importa saber quiénes son.
Para mí todos son iguales,
selva espesa en la que debo abrirme paso
para llegar hasta ti.
Siguen cayendo  los heridos por mi espada.
Siento los gritos de algunos de ellos en suelo.
Y oigo los gritos de mis compañeros,
al sentir que la muerte detiene sus corazones.

Estoy cansado.
Ya no puedo más.
Caigo sobre mis rodillas y cierro los ojos.
Todo desaparece,
menos el ruido, menos los gritos,
menos tú.
Tú sigues allí.
Te detienes y giras hacia mí. Caninas hacia mí,
y yo me pregunto si estoy muerto,
si ya estoy en el sueño eterno
y tú me vienes a buscar para marcharnos juntos.

Llegas a mi lado y te sientas,
me sonríes, tratas de decirme algo y yo
solo siento la necesidad de abrazarte,
pero cuando lo intento, te alejas.
¿Qué sucede?
no entiendo! ¿ por qué me huyes?
te acercas de nuevo y tocas mis ojos,
logro comprenderte, quieres que los abra,
y que mire a nuestro derredor,
pero yo no quiero hacerlo,
quiero estar contigo aunque sea rodeado de oscuridad.

Hay algo que comienza  inquietar mi pensamiento.
Ya no escucho gritos, ni súplicas, ni llantos.
¿ acaso estaré muerto?
pero puedo sentir el viento frío de la tarde en mi cara!

abro los ojos, y no puedo creerlo.
Todos yacen a mi alrededor!
hay muertos por todas partes, amigos y enemigos!
soy el único que ha quedado vivo!
Sangre por todos lados!
todos han muerto,
todos se han ido,
menos yo.

Vuelvo la vista hacia ti.

¡No! ¡No Otra vez!
¡Nooooo!

Ya has desaparecido.
otra vez me has dejado.
Otra vez estoy solo, sin ti,
sin tú sonrisa angelical,
sin tú mirada cálida.
¿Por qué? ¿Por qué no me llevas contigo?
¿Qué debo hacer para estar a tu lado?
¿Acabarme con mis propias manos?
¿Y si mi destino me lleva a un infierno eterno lejos de ti?
¿Mis lágrimas no te parecen ya muchas?
Y mi dolor. ¿no te parece ya muy grande?
¡Vuelve! ¡Vuelve a mí! ¡Vuelve, por favor, vuelve!

De rodillas aún, el guerrero siguió gritando, suplicando. Sus dientes crujieron en la desesperación, el dolor, y la impotencia. Golpeo la tierra bajo sus pies, y maldijo al cielo y al destino por su tan injusta fortuna. Sus lágrimas se confundieron con la lluvia y sus gritos se perdieron entre los truenos. Se levantó sin fuerzas y tomo su espada, la guardo. Y se fue, lejos, a cualquier parte.Pero en su corazón existía la certeza de que volvería a encontrar a su amada en otra guerra, en una nueva batalla. Y mojado hasta el hueso, gritó a los cuatro vientos:

“ El hombre jamás dejará de luchar,
es su naturaleza.
Y allí estaré, en el campo de batalla,
blandiendo mi espada, añorando la muerte,
desafiando la fuerza que me aleja de ti.
Porque jamás perderé la esperanza,
¡Mi esperanza!,
de que ésta vez me lleves
...contigo.

No puedo entenderlo,
dijiste que estarías conmigo para siempre!
Te veo a mi lado,
pero no me hablas!
Caminas conmigo,
pero siempre en silencio!
¡Mírame!
¡Estoy necesitándote a cada momento!
¿Cuándo estaremos juntos?
Verte ya no es suficiente.
Tu espíritu angelical no puede llenar el vacío,
aquel que dejaste al partir.
Pero tú sólo sonríes.
Y me das fuerza para continuar con mi inútil existencia.
¡ Llévame contigo!
¡ No desaparezcas más!
¡ Hazme como tú, un espíritu!
y volemos juntos al cielo
 ... por la eternidad “











No hay comentarios:

Publicar un comentario